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Ecuador dejó de ser país petrolero

  • 20 de abril de 2015 |
    mh

El coctel explosivo
Dos regímenes autoproclamados nacionalistas y revolucionarios, marcan el tiempo del petróleo en el Ecuador: su despertar y su ocaso.
Foto: Los mandatarios de los dos booms petroleros que ha vivido el Ecuador, Guillermo Rodríguez Lara y Rafael Correa.
Primero, el gobierno militar del general Guillermo Rodríguez Lara: “Nacionalista y Revolucionario de las Fuerzas Armadas“, inauguró el mini boom petrolero en 1972, exhibiendo en Quito el primer barril de crudo producido por la transnacional Texaco en consorcio con la naciente Corporación Estatal Petrolera Ecuatoriana – CEPE. Casi medio siglo después, el gobierno de Rafael Correa Delgado: “Revolución Ciudadana“, cerrará practicamente el ciclo extractivo, exprimiendo las últimas gotas del oro negro. Si al agotamiento de las reservas le agregamos el desplome de los precios del crudo, tenemos un cuadro de tragedia económica en un país que ha atado su destino al hidrocarburo.
Las cifras ponen al desnudo la tragedia petrolera, una realidad sin prescedentes en los últmos 50 años. Es una suerte de coctel explosivo preparado con bajos precios del petróleo y altos costos de extracción; el primero determinado por el mercado global de hidrocarburos y el segundo establecido en los revolucionarios contratos de servicios petroleros, suscritos entre 2010 y 2014. La fórmula fatal es muy sencilla y no hace falta ser experto para entenderla: cuando sacar un barril de petróleo cuesta más que venderlo, el negocio explota.
De los dos ingredientes, el precio del crudo es un factor externo al ámbito del régimen, pero la definición del costo de producción (Tarifa) en los contratos fue de exclusiva responsabilidad del gobierno de Rafael Correa, y constituyó el elemento central en la configuración de la participación del país en la renta petrolera. Mientras en 1972 el gobierno militar de Rodríguez Lara, modificó el contrato con la transnacional Texaco determinando una participación para el Estado del 87%; el gobierno de Correa, al renegociar los contratos de exploración y explotación el año 2010 con las compañías extranjeras, estableció tarifas de 35 y 41 dólares por barril (U4/BL), en aquellos bloques de mayor producción. Entre tanto, para las áreas de manejo estatal a cargo de Petroecuador y Petroamazonas (Joyas de la Corona), con la firma de contratos de servicios específicos, los años 2012 y 2014, para incrementar la producción, se dispararon los costos de producción de 9 dólares a 27 U$/BL, según lo confirmó el gerente de Petroamazonas, Osvaldo Madrid.
El año 2014, el petróleo generó tanto por exportaciones como por venta de derivados U$ 15.367 millones, considerando un precio promedio del barril de U$ 80, de los cuales U$ 11.757 millones corresponden a: costos de producción (U$ 5582 millones) e importación de derivados (U$ 6174 millones). El aporte neto al presupuesto del Estado durante el referido año fue de apenas U$ 3600 millones.
Para el año 2015, considerando un precio del petróleo de 50 U$/BL, lo cual implica que el WTI o crudo de referencia debe estar en 60 U$/BL, la situación es de catastrofe: por exportación de crudo y venta de derivados el país recibiría U$ 9942 millones, pero los costos de producción (Tarifas) y la importación de derivados representaría U$ 10.145 millones, dejando un déficit de U$ 226 millones, como se expresa en el siguiente cuadro.
La creciente presión de los subsidios a la economía fue advertida desde el año 2013, en un estudio realizado por la consultora Wood Mackenzie, contratada por el Ministerio de Recursos Naturales. Las conclusiones encendieron las alarmas oficiales: si no se eliminan los subsidios a los principales combustibles: Glp, diesel y nafta, entre el 2015 y el 2017, el colapso económico sería inminente. Es importante destacar que estas conclusiones se realizaron antes de que el país empiece a soportar los efectos de la caída del precio del petróleo. El total de subsidio del año 2014 alcanzó la cifra de U$ 3907 millones.
Fin de la quimera del oro negro
En el mundo del petróleo, ni los gobiernos ni las empresas pueden cambiar la geología de la Tierra, solo nos queda aceptar que el legado natural petrolero del Ecuador se está desvaneciendo. Durante este período (Medio siglo), el petróleo se convirtió en el principal agente de transformación del Ecuador, pero también en el aceite que lubricó una de las maquinarias de corrupción más grandes de la historia nacional, de cuya operación emergieron poderosos grupos de poder.
Cuando se inauguró el mini boom petrolero en 1972 el país contaba con 8 mil 084 millones de barriles de reservas probadas, en la actualidad, esas reservas reales de crudo comercialmente explotables, se han reducido a 2 mil 680 millones de barriles (2014), incluyendo el ITT. Se estima que al 2017, cuando Rafael Correa deje el cargo, la última reserva petrolera será de 2 mil 134 millones de barriles. Considerando una tasa de extracción de 560 mil barriles diarios, el horizonte hidrocarburífero ecuatoriano, se agotaría en 11 años, aproximadamente. Sin la explotación de los bloques del Parque Nacional Yasuní (ITT y 31) el horizonte se reduciría sustancialmente.
Uno de los misterios mejor guardados por los gobiernos son los informes de reservas de hidrocarburos, además del manejo interesado de los conceptos de reservas: probadas, probables y posibles. Según el último informe público elaborado por el Ministerio de Recursos Naturales en 2010, el volumen de reservas probadas remanentes del Ecuador era de 3407 millones 164 mil 956 barriles de petróleo. Para actualizar las cifras al 2017 se ha considerado un promedio de 182 millones anuales de extracción.
Durante la década revolucionaria (2007 – 2017) el gobierno de Rafael Correa habrá extraído 1 mil 800 millones de barriles. Durante ese mismo tiempo no se han descubierto volúmenes significativos de reservas probadas que sustituyan lo consumido, requisito básico de la industria petrolera (Barril consumido barril repuesto), pese a que se realizaron importantes inversiones en exploración. Una reserva es probada, solo cuando su extracción es rentable, es decir cuando el costo de producción es inferior al precio del mercado.
Al comenzar el 2014, mientras el precio del crudo empezaba a decrecer en el mercado mundial, la empresa pública Petroamazonas hacía esfuerzos y millonarias inversiones para subir la producción de sus campos, aplicando los contratos de servicios específicos. Lo propio venía realizando desde el 2013 Río Napo en el campo Sacha, que también incrementó su producción.

A marzo de 2014 la tasa de producción total nacional, incluyendo la generada por las contratistas extranjeras, se ubicó en 560 mil barriles diarios, equivalente a 203 millones de barriles anuales. La decisión de subir la producción en momentos en que los precios del crudo tienden a la baja resultó contraproducente, tanto así que en abril de 2015 la administración de Petroamazonas decidió recudir 10 mil barriles diarios de sus campos.
De la producción total se destina 154.6 millones anuales a la exportación, principalmente, a través de contratos de alianzas estratégicas con Petrochina y Sinopec, y para el procesamiento en las refinerías nacionales se destina 46.6 millones anuales.

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