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El 9 de septiembre de 2019, Santiago Cuesta Caputi, presentó al presidente Lenín Moreno, su renuncia al cargo de Consejero Presidencial. “Ha sido un privilegio y un honor haber podido trabajar con un gran ser humano y amigo. A mis detractores les digo adiós”, dijo en un mensaje de Twitter. Entre las razones para su renuncia señaló: «Estoy agotado y tanto enfrentamiento afecta a mi familia, en especial a mis padres de 91 y 87 años, los cuales no merecen sufrir por tener a su hijo en ese puesto». Luego agregó a un medio impreso: «Lo mío no era una cartera operativa, era un amigo aconsejando a otro que por destino de la vida es el Presidente».
Al día siguiente, Lenín Moreno, aceptó la renuncia y derogó el Decreto 417 de 23 de mayo del 2018, con el que creó la poderosa Consejería. Moreno agradeció a Cuesta por “los valiosos y leales servicios prestados en el desempeño de sus funciones, dejando expresa constancia del reconocimiento al trabajo y los esfuerzos realizados”.
Desde entonces, todos pensaban que el exconsejero, honraría sus poderosas razones para dejar Carondelet y mantenerse lejos de los enfrentamientos políticos que afectaban a su familia y volvería a sus silenciosos negocios privados. Pero, en realidad Santiago Cuesta Caputi, nunca dejó el gobierno, solo hubo un movimiento escénico, un visillo que ocultaba el verdadero rostro del poder.
Hasta desde su casa, Cuesta ejerce el poder
“Me preocupa cuando nos ponemos exquisitos dentro del gobierno y se nos viene el mundo encima por cumplir las normas a la cabalidad…”. “El pedido de la reunión contigo era para darnos una mano, no nos bronquiemos”.
Las frases anteriores le corresponden a Santiago Cuesta Caputti. Se las dijo a un funcionario público cuando lo presionó para que libere con rapidez un lote de vacunas solicitadas por altos funcionarios de gobierno para cubrir, primeramente, necesidades familiares.
El audio, que es un monumento a los excesos del poder, evidencian cómo Cuesta, que ya no es funcionario, alardea su capacidad de ser por demás influyente en el presidente Lenín Moreno y tomar decisiones importantes.
El viernes 13 de diciembre de 2019 se realizó una reunión en la casa de Santiago Cuesta, en Guayaquil. Asistieron Daniel Calle, director ejecutivo de la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (Arcsa) y David Salomon, exdirector técnico de laboratorio de esa misma institución.
En el encuentro, Cuesta presionó a Salomon para que libere un lote de vacunas para la influenza, que no había cumplido todos los controles de calidad y tampoco con los tiempos y procedimientos de importación de medicamentos exigidos por la Arcsa.
El apuro era porque la temporada invernal había empezado y las vacunas para las campañas de vacunación, pregonadas por el Ministerio de Salud Pública, no estaban listas.
En la reunión, Cuesta, a más de dejar en evidencia que su interés era cuidar la imagen del Gobierno, se confiesa como el hombre que domina la voluntad del presidente: “yo soy de los pocos que puede decir que soy amigo de Moreno y que yo no trabajo para el Gobierno, yo trabajo para Lenín Moreno, ahora ya ni siquiera soy burócrata, sigo trabajando, sigo en la mesa chica, sigo yendo todas las semanas a Quito, trabajo con él tres días por semana, despacho todos los días con él”, dice Cuesta, mientras insiste que cuando se trata de resolverle los problemas a Lenín, él no pregunta, él actúa.
Antes de la reunión en casa de Cuesta, Daniel Calle había pedido por WhatsApp a Salomon priorizar y “dar una manito para acelerar los trámites” para que las vacunas fuesen liberadas y no afectasen la imagen del Ministerio.
“Hasta que no conversemos y tenga las cosas claras no te voy a dar respuestas”, fue la réplica de Salomon. “¡No te pido nada malo!”, dice Calle. Salomon le recuerda que la mala planificación del Ministerio de Salud Pública ocasionó el inconveniente, pues las liberaciones debieron ser presentadas desde octubre. “Usted plantea cubrirle los errores y mala planificación poniendo en riesgo el debido proceso de evaluación de vacunas que si se llegara a cometer alguna equivocación se vería afectada la salud de más personas y sería mi responsabilidad. Creo que debe familiarizarse más con los procesos y las normas (…) si la ministra y el vicepresidente insisten con gusto detallo qué significa lo que solicitan…”, le responde David Salomon.
La demora en la liberación de las vacunas contra la influenza de la farmacéutica Sanofi, se dio porque éstas no cumplían todos los requerimientos exigidos por Arcsa. Las vacunas habían llegado al país con una etiqueta diferente a la registrada por la agencia de control sanitario. Las normas señalan que la etiqueta garantiza la autenticidad de un producto. Si este o cualquier requerimiento no se cumple, el reglamento de Arcsa es claro: el producto incumple con los procesos respectivos y deja de ser seguro y eficaz para la población.
La institucionalidad de una nación radica en el cumplimiento efectivo y eficaz de normas y procesos. Saltarse estos requisitos evidencia una discrecionalidad que no puede mal entenderse como libertad de elección. Es una potestad extralegal que abre el camino a la corrupción y este audio de Cuesta es el ejemplo de todo aquello que no debe hacerse en el servicio público.
Para Cuesta cumplir los procesos, significaba ponerse “exquisitos”. “A mí sí me preocupa cuando nos ponemos exquisitos dentro del Gobierno y se nos viene el mundo encima por cumplir las normas a cabalidad de al 1.1% todo, porque no, no lo vamos a lograr, siempre va a haber errores que se cometen, pero es peor lo que políticamente nos puede afectar y básicamente ese era…el pedido de la reunión contigo era “danos una mano, no nos bronquiemos”, dice Cuesta, quien presiona al funcionario de la Arcsa con supuestos reclamos del vicepresidente Otto Sonnenholzner, su padre, la ministra Catalina Andramuño y del colegio Alemán.
Al final, las vacunas fueron liberadas y Salomon despedido.
Cuesta: El poder detrás del Presidente
A Cuesta su condición de “amigo personal de hace 40 años” y consejero le ha permitido estar al frente de los sectores estratégicos, de la privatización de las empresas estatales e incluso de asegurar que sobre la Refinería Esmeraldas se construirá una nueva y proponer al empresario que lo hará.
Dice que no le gusta la corrupción, que la combate, y es por eso que cuando ve un acto de corrupción él no pregunta, “yo destituyo, después le cuento al presidente: presidente, me he comido a fulano, zutano… ya me he comido a varios…le digo señor presidente por esto, por esto”.
“Yo tengo el poder del presidente Moreno de volarle la cabeza a cualquier acto de corrupción”, dice Cuesta, y con ese poder, según él, llevó a Otto Sonnenholzner a la vicepresidencia, con ese mismo poder protege a la ministra de Salud, Catalina Andramuño, quien fue sugerida por Paúl Granda para ese cargo, según la confesión del exconsejero.
Cuesta también menciona la cercana relación que mantiene con “Jhonny”, a quien ve como un hijo. Johnny es el yerno del presidente, quien habría nombrado al director de la Arcsa.
El 29 de enero en una entrevista en Radio Sucesos el ex asesor presidencial Santiago Cuesta afirmó una serie de mentiras que caen por su peso al escuchar el audio completo.
Por respeto a nuestros lectores y como medio de respaldo de nuestro trabajo, presentamos el audio completo de la conversación que mantuvieron Santiago Cuesta, Daniel Calle y David Salomon el viernes 13 de diciembre de 2019.
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