Fernando fue un hombre sencillo, del campo. Nació el 11 de octubre de 1963 en Sevilla, una parroquia rural del cantón Alausí. Ahí, viviendo en el páramo y las terrazas de trigo, aprendió desde pequeño a labrar y respetar la tierra y hermanarse con los más humildes.
En defensa de la justicia, desde adolescente, Fernando se vinculó a organizaciones sociales indígenas y de trabajadores. A los 18 años, Fernando ya trabajaba en la legendaria Radio Tarqui en Quito, incluso antes de ingresar a la Universidad Central, trabajaba como reportero y tenía su propio programa, así comenzó su camino en el periodismo. En 1996, trabajó como comunicador social en Petroecuador, y después en 1999, fue líder sindical de la Federación de Trabajadores Petroleros (Fetrapec) hasta octubre de 1999.
Un investigador nato, experto en encontrar las triquiñuelas de los corruptos en miles de documentos. Amante de la verdad, entre 2009 y 2014), reveló e investigó los casos de corrupción más polémicos del correísmo.
Fernando desde el principio supo identificar al enemigo de su pueblo y de la democracia: la delincuencia de cuello blanco. Su valentía para revelar los negociados con dinero público provocó una feroz persecución política y judicial por parte del correísmo durante casi una década.
Correa lo enjuició por el delito de injurias cuando hizo pública una investigación sobre el 30S donde lo acusó de delitos de lesa humanidad. Fernando y su familia incluso soportaron un allanamiento en diciembre de 2013, cuando un escuadrón del Grupo de Intervención y Rescate (GIR) de la Policía invadió su casa ilegalmente y confiscó su información. En marzo de 2014, Fernando, junto a Jiménez y el médico Carlos Figueroa fueron sentenciados por las cortes de Correa a 18 meses de prisión.
Empezó una auténtica cacería de brujas. Fernando y su familia vivieron años de angustia y persecución. Entonces, buscó protección en el territorio del pueblo indígena de Pastaza, Sarayaku, un hermoso pueblo en constante resistencia que lo acogiócomo a un hijo más, salió de ahí cuando entendió que esa poderosa comunidad que lo había recibido con tanto amor, estaba ahora en riesgo por la persecución voraz que iba detrás de él.
Después Fernando fue asilado político en Perú donde continúo investigando el caso Petrochina y los negocios de la intermediación petrolera. Volvió a Ecuador en septiembre de 2017.
Fernando nunca dejó de escribir, ni siquiera en el exilio. Es autor de diez libros potentes que ponen luz en los casos así escabrosos de la corrupción de estado.
Como periodista ha colaborado con varios medios de comunicación ecuatorianos y del mundo.
Las potentes investigaciones de Fernando y su equipo, por ejemplo, el caso Sobornos (Arroz Verde), Refinería de Esmeraldas, Petrochina, Ina Papers y otros, han provocado la reacción de la justicia ecuatoriana y de Estados Unidos. Gracias a sus publicaciones los líderes del correísmo hoy están prófugos, presos o procesados por delitos contra la administración pública.
En 2021, el pueblo ecuatoriano decidió sentar a Fernando en el Parlamento; representó a la Alianza Honestidad. Como presidente de la Comisión de Fiscalización de la Asamblea luchó contra la corrupción de ayer y de ahora, presentó al país al menos diez informes de fiscalización y presidió 16 juicios políticos y dio cátedrade lo que es un verdadero parlamentario.
Incansablememente, Fernando soñó con un país de valientes, donde ser feliz sea nuestro derecho y denunciar la corrupción nuestra obligación. Con el ideal de erradicar la impunidad de nuestro amado Ecuador se forjó un camino victorioso que le devolvió la esperanza a nuestra gente.
Creímos en que había la posibilidad de algo mejor, pero no fue suficiente, y un fatídico 9 de agosto su cuerpo fue asesinado por los mafiosos y corruptos que tanto persiguió.
Ecuador, La Vida ya cambió
Desde ese día se desató una vorágine indescriptible de abusos y violencia que sólo han hecho más inclemente el dolor de su partida. Sin embargo no podrán silenciar sus ideas, su lucha ni su pasión por construir un Ecuador digno. Nuestro presidente valiente entregó su vida por algo más grande que él mismo, entregó su vida para que nuestros hijos puedan volver a soñar con una Patria libre de mafias.
Este hombre valiente, es mi padre. Siempre lo será, Amoroso, generoso y salvaje como yo. Lo amo y lo veo con honor en mi, me veo en él, nos amo. La última vez que estuve con él la pasamos increíble, fue mágico, lleno de mensajes sorprendetes y ternuras inexplicables, recuerdo cada cosita de ese día. Lo que más me impresiona hasta ahora, es el momento en que le pregunto:
Papi ¿qué has aprendido en la campaña?, me responde; que el Ecuador es Valiente y que hay esperanza y yo le digo, sí pero ¿qué has aprendido sobre ti? , el tiempo se detuvo y cambió hasta el sabor del aire, me miró en el alma, yo miré la suya.
Lo que más me llenó el corazón fue mirar la dulzura de un niño cumpliendo sus sueños, sabiéndose capaz de sostener a un país que a veces no se quire levantar, y con asombro y humildad me dice: me doy cuenta que soy mucho más de lo que pensaba. Ese mensaje de autovaloración, serenidad, entendiendo la gratitud a la vida, es lo que me acompaña a sostener la vida con alegría. Mi extraña forma de extrañarle es trabajando duro para seguir con su legado de lucha contra la impunidad, desde mi propia trinchera, porque al final soy mucho más de lo que pensaba. Que no se trata de tener grandes riquezas, sino de tener dignidad.
Ahora me doy cuenta de que somos muchos los que nos sentimos así, cada vez que cuento esta historia, veo como la gente se identifica y tienen ganas de creer, en sí mismos y al final es qué de eso se trata, de iniciar esta transformación cultural desde el autocuidado y la autovaloración, pero no como un fin, sino como un medio para servir a nuestro mundo. Todos tenemos la posibilidad de ser ese valiente que se atreve a dar ese paso que a veces nos da miedo, porque como dice mi ñaña Tami «me da más miedo quedarme como estoy y no hacer nada» .
Asi voy a luchar, voy a servir a mi gente, a mi país, haciendo arte, artes marciales y educando, así vamos a llevar amor donde solo hay violencia, llevaremos ideas frescas y amorosas donde hay descuido y abandono, llevar esperanza donde hay desolación, nunca he necesitado de puestos burocráticos o políticos para servir, esa es mi propia forma de hacer política, la buena política, esa que hacemos en el cotidiano, cuando somos honestos, cuando elegimos con conciencia, cuando somos responsables de nuestras acciones.
Queda mucho por hacer pero quiero agradecer el camino de mi padre amado, que nos ha traído hasta aquí, ahora nos toca a cada uno de nosotros, hacernos cargo. Gracias papito valiente por ser el fuego que enciende otros fuegos, por la potencia de tu voz y la claridad de tu mirada. Ahora sabemos que somos mucho más de lo que pensamos y podemos soñar con un mundo mejor. Gracias por tu vida y tu muerte, eres eterno.
Fernando Vive
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