En la elección del pasado 19 de febrero la sociedad ecuatoriana pasó por alto una irregularidad de gran relevancia que cometió el Consejo Nacional Electoral (CNE): las actas en las que se escriben los resultados de cada Junta Receptora del Voto (JRV) no contenían los nombres de los miembros que conformaron las mesas ni el número de cédula que validaba la identidad de cada uno de ellos.
En la elección del 2 de abril tampoco estará disponible esta información por tanto no se tendrá certeza de la identidad de las personas que conformarán las mesas en todo el país. Esta irregularidad se agrava porque no existe una nómina pública de fácil y rápida consulta con los nombres y números de cédulas de todos los miembros de las juntas receptoras del voto en el país. El CNE aseguró que esa lista sí fue entregada a las organizaciones políticas, pero en realidad la entregaron en un formato de archivo de imagen (archivos jpg), que impide realizar análisis o estudios de los nombres que fueron seleccionados para integrar cada mesa electoral.
En el proceso del 19 de febrero ya se registraron denuncias de quienes fueron a cumplir su tarea en la junta receptora del voto sólo para encontrar que habían sido irregularmente desplazados. (Ver caso Mil Hojas) http://milhojas.is/612447-el-pueblo-defendio-en-las-calles-lo-que-le-arrebataron-en-las-urnas.html
Para la contienda electoral de segunda vuelta se agudiza la preocupación respecto a eventuales cambios en las actas de escrutinio, que dejen en blanco los nombres y cédulas de quienes serían presidente, secretario y vocales de la junta, pues con ello se viabiliza la integración de juntas receptoras del voto con partidarios del Gobierno, quienes serían los lógicos beneficiarios de una maniobra de un CNE que ellos controlan.
La conformación aleatoria de las juntas receptoras del voto es la garantía mínima de la transparencia del proceso. Si se elimina la aleatoriedad y se conforman a dedo las juntas a voluntad de uno de los sujetos políticos, pasamos de una garantía a una amenaza. Hasta las elecciones de 2014, cuando se eligieron dignidades seccionales, cada acta tenía impresa los nombres de todos vocales, secretario y presidente de la junta receptora correspondiente, con su número de cédula e incluía códigos de barras.
Fausto Camacho, ex vicepresidente del CNE y miembro del Observatorio Ciudadano Electoral, mira con preocupación la falta de transparencia sobre la identidad de los miembros seleccionados para integrar las JRV. El peligro de la omisión de información y falta de transparencia respecto de quienes conformarán como presidente, secretario y vocales las JRV, el 2 de abril, según Camacho, se profundiza con la decisión del CNE de prohibir la publicación de la tercera acta de escrutinio en una de las paredes donde se realizó el conteo de mesa, a pesar de esto es una violación flagrante al Código de la Democracia.
La mencionada norma establece en el artículo 127 que al terminar el conteo de votos en las Juntas Receptoras, se levante por triplicado el acta que registra el número de votos totales (válidos, blancos y nulos). Los tres ejemplares del acta tienen un destino específico según la ley: El primer ejemplar debe enviarse a la Junta Provincial Electoral. El segundo, en sobre cerrado a la junta de escrutinio para su escaneo y transmisión de datos. El tercero, se debe quedar en el lugar donde funcionó la Junta Receptora del voto para conocimiento público.
No obstante, el CNE ilegalmente aprobó mediante un reglamento que sólo se publique un “resumen”. La gravedad de esto, de acuerdo con Camacho es que, mientras “el acta muestra las cifras en letras y números, el resumen de resultados solo tiene números; mientras en el acta constan los nombres y firmas de los cinco miembros de las juntas receptoras del voto, el resumen de resultados solo tiene las firmas del presidente y secretario, ni siquiera con nombres. El acta de escrutinios tiene las observaciones, el registro de los hechos ocurridos durante todo el proceso como papeletas rayadas, algún incidente, desacuerdos entre delegados de alguna organización política, es decir todo”.
Si uno de los integrantes de junta receptora del voto faltaba, Camacho explica que “en el acta había el espacio con los nombres pre impresos y en caso de ausencia se nombraban suplentes y se dejaba constancia al detalle; y la ausencia del miembro principal quedaba en blanco en el espacio señalado”.
En cambio, el resumen está hecho para que no haya constancia de las ausencias, lo que quiere decir que las juntas pueden ser conformadas por cualquiera y ellos pueden ser adeptos al oficialismo.
Pero la ocultación de la información por parte del CNE no se limita a la desaparición de la tercera acta: “al ingresar a la página web (del Consejo Nacional Electoral) a revisar las actas de escrutinio, no está incluida la información de los miembros de las juntas receptoras del voto, no suben ni las firmas, ni las observaciones, ni los nombres, ni firmas de las organizaciones políticas que pudieron haber asistido, se trata de una exhibición de información absolutamente tramposa porque no exhiben el documento completo”.
En consecuencia, la omisión en el acta de la impresión de los nombres de quienes integran la junta receptora del voto, la negativa del CNE a publicar el tercer ejemplar del acta dejando solo el resumen, la falta de tal información en las actas de escrutinio que aparecen escaneadas en la web del CNE y la ausencia de la lista de las 280. 000 personas designadas para integrar las JRV (este último hecho ha impedido conocer cuántas juntas fueron integradas por sus miembros oficiales y cuántas se armaron la mañana del 19 de febrero) fueron irregularidades de las elecciones pasadas que pueden reeditarse en la próxima contienda electoral del 2 de abril, pues nadie tuvo ni tendrá la capacidad de realizar un trabajo de control de la identidad de las personas que deben constituir las juntas.
Se puede suponer entonces, que lo denunciado por Mil Hojas http://milhojas.is/612447-el-pueblo-defendio-en-las-calles-lo-que-le-arrebataron-en-las-urnas.html podría haber sucedido en varios recintos electorales, es decir que quienes actuaron en condición de miembros de Junta no fueron los nombrados, que pudieron haber sido remplazados dolosamente o no.
CNE CAMBIÓ A MAYORÍA DE COORDINADORES DE LOS RECINTOS
Pero existe un hecho adicional que enturbia más el proceso electoral del 2 de abril: el CNE sin explicación alguna cambió la mayoría de los coordinadores de los recintos electorales, en algunas provincias como Pichincha hasta el 80% de ellos. Las justificaciones del Consejo no se han hecho públicas; solo se conoce extraoficialmente (por personas cercanas a organizaciones políticas) que los anteriores coordinadores no cumplieron un exitoso desempeño.
¿Quiénes son los nuevos coordinadores y cómo fueron seleccionados? ¿Se cumple el principio aleatorio para su selección o se trata de grupos cercanos a la ideología del partido de gobierno? Esas respuestas solo lo tiene el pleno del CNE, que es adepto a las políticas gubernamentales.
Sobre todas estas irregularidades, los responsables de control electoral de CREO han expresado formalmente su preocupación al CNE sin obtener ninguna respuesta satisfactoria.
¿Cuáles serían las consecuencias si esta sumatoria de desconcertantes decisiones del CNE diera lugar a mesas integradas en su mayoría por el oficialismo con nuevos coordinadores de recinto de la misma línea? Qué evitaría que se repitan de manera sustancial la llegada de urnas que tengan papeletas previamente marcadas, que se introduzcan papeletas al final del conteo aprovechando a quienes no acudieran o se le anularan votos al candidato opositor?
Solo un control electoral eficaz cuyos delegados lleguen desde antes de la instalación de las mesas en la mañana, permanezcan atentos durante todo el proceso y vigilen cuidadosamente el conteo pueden conjurar este temor y claro, tener la copia de las actas. Pero aún si faltaran delegados, una ciudadanía bien informada atenta a lo que sucede en los recintos electorales jugará un papel decisivo.
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