Recordamos a Ricardo Rivera como el modesto comunicador que manejó Televisión Satelital, el espacio que luchaba contra la corrupción y buscaba profundizar los temas de importancia del país a inicios del siglo XXI. Hoy es el centro de la corrupción y el gobierno no tiene posibilidad de maquillar su presencia con el principio “es el tío y no el que está en el poder”.
Fue en plena campaña electoral, el 19 de enero de este año, que el entonces secretario jurídico Alexis Mera, limpió la honra y el buen nombre de Ricardo Rivera y su sobrino Jorge Glas Espinel: “…tras bastidores y en la redes siempre se habla que el tío (Rivera) está tras negocios de corrupción; pues no hemos encontrado nada porque en estas cosas, señores, pruebas, siempre pruebas, no podemos destruir la honra de una persona si no tenemos pruebas”.
Ese principio ha sido ha sido desplazo por otro que abjura de la corrupción del correísmo mientras nos piden un voto de confianza, para Lenin y Baca Mancheno, en su investigación del caso Odebrecht, pero la estrategia de la lucha anticorrupción no puede pasar por la opacidad de los últimos 10 años. La única forma de restituir el país de la frontal corrupción que vive es entregar la lista a todos y evitar que se repitan las acciones que limitaron la investigación a unos pocos chivos expiatorios.
No se puede repetir el sórdido ejercicio del poder de los últimos años, se debe evitar la figura de chivos expiatorios para dejar en la impunidad a quienes ocupan posiciones mas altas en la cadena de corrupción. Sobre todo no se puede incriminar y criminalizar inocentes como mecanismo de retaliación.
La lista se compone de los peces gordos de Alianza Pais, Lenin Moreno lo sabe y los primeros nombres expuestos desde el viernes 2 de junio, aparte de Rivera y el contralor general del Estado Carlos Pólit, nos dice muy poco de la magnitud del caso. Nos presentan lo que parece ser operadores menores. En América Latina el caso Odebrecht involucra a los presientes y expresidentes en Brasil, Argentina, Perú, Panamá, México, Chile, Colombia y las primeras acciones de la fiscalía nos deja con la curiosa sensación que en Ecuador Odebrecht optó por funcionarios de mas bajo perfil para estructurar los sistemas de corrupción, lo que evidenciaría, de ser cierto, una institucionalidad tan débil que cualquier funcionario de bajo rango o personas emparentadas con el poder tendrían capacidad de definir la contratación de las grandes obras de infraestructura del país.
A las espectaculares acciones emprendidas por la fiscalía el 2 junio de 2017 hay que acompañarlas de una profundización de la investigación, que cumpla el ofrecimiento presidencial de no detenerse en personas pero todo esto acompañado de transparencia y el irrestricto respeto al debido proceso de los encausados para que los ecuatorianos podamos confiar en que se pudiera superar el pasado.
El caso evidencia además complejas confrontaciones entre las funciones estatales, como la situación del Contralor Carlos Pólit, quien al ser posesionado el pasado 15 de marzo, pidió en la Asamblea Nacional que se conozcan los informes de contraloría con indicios de responsabilidad penal y que las acciones de la fiscalía sean contundentes. Hoy Pólit que hace poco llevó ante la justicia a los miembros de la Comisión Anticorrupción por cuestionar su probidad, enfrenta la justicia por el caso Odebrecht. El portal Dato Certero, la cuenta de redes sociales que parece ser la voz de la Secretaría Nacional de Inteligencia, un núcleo duro y perseguidor del correísmo, envió un mensaje “Carlos Pólit ordena alterar informes de contraloría para extorsionar funcionarios”.
Que el caso Odebrecht no sea el justificativo para el olvido selectivo de otros casos que fueron peores en el gobierno de Correa.