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Imagine a un hombre planificando paso a paso la seducción de una niña. Sucedió en el liceo La Condamine de Quito desde en el año 2010. El profesor de matemáticas Jean Damien Toulouse entabló una fuerte y estrecha relación con Victoria, entonces de 11 años. A fuego lento, con los días y los años, levantó una relación que en principio parecía paternal pero con el tiempo consolidó otros deseos.
Él era un capacitado maestro, casado, valorado en la sociedad, incapaz de un acto inapropiado. Pero fuera de esa condición pública el profesor le escribió en secreto miles de mensajes. Victoria encontró en él un refugió a sus necesidades afectivas, fue una relación construida por correspondencia con mensajes que iniciaron con frases como “Te quiero como un padre” pero al final le escribía “me contengo para no tocarte”.
El caso fue descubierto por la madre de Victoria cuando notó que la adolescente presentaba un notable malestar emocional: “fue un día que lloró y mencionó que no quería vivir, hasta entonces no había dado muestras de ese tipo de comportamiento y decidí saber qué pasaba”.
La madre, Laura, compartió sus temores con amistades que le recomendaron acceder al teléfono de Victoria. Entonces ideó un plan para conocer las contraseñas del equipo y le retuvo una semana el teléfono como castigo. Envió a la niña unos días a la casa de su mejor amiga y fue entonces cuando accedió a miles de correos del profesor.
Descubrió que el maestro le incitaba a lacerarse. Supo que la llevaba hasta el extremo de la fragilidad y luego la rescataba con mensajes reconfortantes. Victoria se había provocado cortaduras por amor y él las promovía. En uno de esos mensajes Touluse le dijo: “He hablado con Dios y dice que está bien lo que haces”. Touluse era su timón y en los límites de la desesperación él estaría para rescatarla.
El 13 de febrero de 2015, Laura denunció a Touluse a las autoridades del colegio La Condamine. Entonces Victoria tenía 16 años y el profesor 39. La madre presentó como evidencia un extenso informe con los mensajes enviados entre la alumna y el profesor.
El colegio recomendó no intervenir, lo hizo el ministerio de Relaciones Laborales que, con pruebas en mano, ordenó el visto bueno. Días después, el 25 de febrero fue arrestado por la policía especializada para niños, niñas y adolescentes, acusado del delito de contacto con finalidad sexual con menores de 18 años por medios electrónicos.
Sin embargo La Condamine montó un discurso que no favoreció a Victoria y a su madre. Dijo que era imposible que en el colegio un profesor pudiese estar a solas con un alumno: “El funcionamiento de la escuela hace realmente imposible que un hecho de esta naturaleza haya sucedido en el interior del establecimiento”.“La seguridad en La Condamine no permite ninguna anormalidad”, fueron expresiones de maestros que defendieron al colegio cuando se inició el juicio penal. Las autoridades actuaron bajo la premisa de que un caso de violación o acoso no era posible porque ellos laboraban con un riguroso sistema de organización y vigilancia.
Fue una forma de cerrar ojos y oídos a los hechos. Antes ya lo hicieron en el caso de El Principito: en febrero de 2014, la madre de Lukas, un niño de cinco años, estudiante de maternal, fue víctima de abuso sexual por parte de su profesor de natación. “Las medidas de seguridad para los niños son muy rígidas y adecuadas”, dijo entonces La Condamine.
Ese esquema motivó a que la palabra de las víctimas pierda validez. En el proceso judicial el colegio permitió que maestros, padres de familia y estudiantes acudan libremente a rendir declaraciones sobre el caso. En su mayoría no sabía que sucedió pero se inclinaron a defender al maestro.
Anne Malherbe defendió abiertamente al acusado por la violación de Lucas, El Principito. José V, fue sentenciado a 22 años de prisión, la presencia de Caupolican Ochoa como abogado del demandado no fue suficiente
Colegas de Touluse dijeron que era una persona respetuosa, seria, responsable de sus actos. “Tenemos el testimonio de nuestros hijos quienes certifican dicho comportamiento, además de habernos manifestado que nunca han visto o han sentido ningún comportamiento inapropiado para con ellos de parte del señor”, escribieron decenas de padres en un certificado de honorabilidad, expedido el 10 de marzo de 2015, también firmado por Anne Malherbe Gosseline, quien a la fecha era profesora de la institución.
A Malherbe nunca les interesó ser primera dama de la nación, pero no tuvo empacho de usar su apellido e influencia al momento de defender abusadores que consideró sus compañeros.
Dos maestros señalaron que el profesor era una “persona honesta en todas sus acciones, eficiente en su trabajo”. Los testimonios señalaron a Victoria como la acosadora, según ellos, era ella quién buscaba al profesor: “Yo le dije a ella que era un hombre casado”, “desde que llegó ella le perseguía”, “ella salía del aula para ir tras de él”.
Para los maestros la responsable era la niña porque siempre la veían detrás del profesor: “era un acoso permanente de ella hacia el profesor”, dicen parte de los testimonios.
Para maestros y padres de familia, que en buena medida representan a la sociedad media alta de Quito, la posibilidad de que una adolescente de 16 años haya sido seducida por un hombre de 39, aprovechándose de su inexperiencia y posición, no existió. Ella fue la entregada, la provocadora, la que incitó el maltrato y la destrucción de la reputación de un hombre respetable.
Cincuenta profesores declararon en contra de la adolescente, 40 estudiantes hicieron lo mismo, sin embargo todo quedó demostrado en el proceso judicial. La contundencia de las pruebas, 150 páginas de mensajes traducidos del inglés al español y obtenidos del teléfono celular de la adolescente y más de 6.000 mil páginas de mensajes enviados vía correo electrónico por su profesor, sumadas a la decisión y valentía de una madre aguerrida y una adolescente admirable, se impusieron por sobre el descrédito y el influjo político y personal. El pasado abril el caso terminó en tercera instancia y sentenció al profesor a cuatro años de prisión por el delito de acoso por medios digitales.
Touluse guarda prisión domiciliaria y es recomendado para dictar clases particulares desde su casa. Victoria terminó este mes el bachillerato, triunfó sobre quienes la ofendieron y estigmatizaron. Se mantuvo unida a un grupo de amigos leales que nunca se abandonaron.
La verdad
En el expediente se establece que el profesor fue confrontado y dijo que la relación existente entre él y Victoria era una “relación de familia” porque la menor lo quería como a un padre; según Touluse “la chica estaba mal y él, como maestro, había intentado ayudarla y fue la razón por la que ella se encariñó.
El informe de la fiscalía dijo que al preguntarle si él, como padre, aceptaría que alguien se comunique con su hija con frases explícitamente sexuales, respondió que no. Ese momento, dijo que “se estaba dando cuenta que estaba en una relación equivocada”.
El profesor aceptó los hechos, “expresando que su error fue no contener las comunicaciones a tiempo”. Las conversaciones con Victoria se dieron desde el año 2012. Era una chica que buscaba identificarse con un padre, y yo estuve presto para conversar con ella y darle mi atención, así como mi afecto. En las conversaciones encontraron términos como “mi vida, mi amor, my love”, “yo me contengo por no tocarte”.
La evaluación psicológica realizada al profesor por fiscalía, en los primeros días de marzo de 2015, señaló que tiene “labilidad afectiva acentuada”, es decir facilidad para cambiar de estado de ánimo; fuertes inhibiciones personales que le producen ansiedad, angustia flotante, depresión, inseguridad. Indicó además -y como hecho relevante- que tiene “falta de control consciente sobre los propios sentimientos e impulsos”.
Los psicólogos evidenciaron que “en el acusado existen pautas de impulsividad y excitación con rasgos de agresividad”. En cuanto a la interrelación social hallaron que había una “importante afectación, ya que pudo encontrarse que el contacto humano está seriamente alterado”. Determinaron, además que había “pobreza empática, incapacidad para aceptar e identificarse con las otras personas, incapacidad para establecer contacto humano profundo”. “Su relacionamiento con los demás tiene características de una persona egocéntrica, quien considera las propias opiniones como irrefutables y trata de imponerlas a toda costa”, rezó el informe.
En marzo de 2017, varias organizaciones de defensa de los derechos de los niños, entregaron una carta al entonces ministro de Educación, Freddy Peñafiel. Pidieron al funcionario intervenir en el caso de El Principito ya que a su criterio La Condamine “no actuó como un buen agente de protección, pues no solo que tomó partido a favor del presunto agresor, sino que además decidió reubicarlo en sus funciones”.
Freddy Peñafiel, entonces ministro de educación, nunca se pronunció al respecto. El es sobrino de la directora del colegio, Silvia Oña.
El caso del principito fue anterior al de Victoria y el comportamiento del plantel fue simirlar. La institución manifestó -al igual que en el caso de Victoria- que no era posible que un hecho de tal magnitud hubiese ocurrido.
Los compañeros del profesor actuaron igual: defendieron a su colega. Dijeron que era “una persona “correcta, cordial, buena, noble, solidaria, eficiente en su trabajo y de “grandes cualidades humanas”, y que Lucas, la víctima, era un “niño problema” con “gran imaginación”, que tenía un “comportamiento de fantasía” y era agresivo con sus compañeros. “Hay ocasiones en las que inventa cosas”. “Es un niño al que le encanta construir cosas, es muy bueno en esta área, dice el testimonio de una maestra.
Los exámenes psicológicos realizados al acusado establecieron que a nivel afectivo presentaba “infantilismo, inmadurez emocional, falta de control de impulsos, inaccesible, defensas paranoides, dependencia dirigida hacia su madre y desarrollo afectivo a nivel de adolescencia”.
La defensa del acusado se basó en asegurar que él era inocente y que los padres de Lucas inventaron la historia a fin de esconder o justificar el comportamiento sexual del menor: “Lo que sucedes es que los padres no quieren aceptar lo que hace su hijo, porque les parece bochornoso y quieren decir que en el colegio una persona le ha molestado sexualmente”, dijo en su momento.
La Fiscalía concluyó que el procesado trató de “endilgar una conducta -por demás inusual- a un niño de tan corta edad, según él los padres tratan de tapar esa inconducta de su hijo culpando a un profesor”.
Mucho se rumorò que el padre de Lucas es quien abuso de él, hoy se sabe que fue una vileza que pretendió desvirtuar la negligencia con la que actuó el colegio al reubicar en funciones a José V., al no haber denunciado el hecho al Ministerio de Educación y peor aún al haber tomado partido a favor del profesor.
El 22 de noviembre de 2016, el profesor de natación fue condenado a 22 años de prisión por el delito de violación. El lunes 13 de febrero de 2017 fue la audiencia de apelación de sentencia por parte del condenado, en la Corte Provincial de Justicia. Ese día, estuvo presente Anne Malherbe Gosseline quien -al igual que en el caso de Victoria- mostró su apoyo al profesor sentenciado.
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